Los avances contra el cáncer que nos han traído los últimos meses

La ciencia se halla en una carrera de fondo para mejorar el tratamiento contra el cáncer. Prácticamente cada semana aparecen nuevas investigaciones que dan un paso más en esa dirección.

Por ejemplo, hace unos días se conocía la noticia de que los pulmones son capaces de reparar el daño genético cuando se deja de fumar o por qué los hombres tienen más riesgo de padecer cáncer que las mujeres. De todo el conjunto de avances logrados en los últimos meses, estos son algunos de ellos:

Biopsia líquida

La biopsia líquida permite detectar células tumorales en la sangre gracias al análisis de su ADN. A diferencia de las biopsias de tejidos, supone un procedimiento poco invasivo.

La técnica ya fue una revolución el año anterior y actualmente los oncólogos buscan que se extienda en la práctica clínica. En la actualidad tienen la capacidad de detectar tumores macroscópicos pero la investigación está trabajando para identificar marcadores en fases previas de la enfermedad.

A corto plazo será una herramienta muy útil para la detección precoz y la prevención del cáncer. Según explica Miguel Ángel Quintela, jefe de la Unidad de Investigación Clínica de Cáncer de Mama del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), permitirá identificar con seguridad ciertas mutaciones genéticas que sean marcadores de un proceso tumoral futuro.

En esta línea, investigadores de la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign (EE.UU.) desarrollaron a finales del 2019 un método denominado PRAM capaz de obtener una lectura en dos horas a partir de una sola molécula. Este nuevo estudio permite acercar la biopsia líquida a la clínica por ser más rápido (en dos horas se pueden obtener los resultados) y más barato.

Entender mejor la metástasis

“No comprendemos bien el proceso de formación de metástasis. Cuando lo comprendamos, podremos mejorar las terapias”, señalaba en diciembre en este periódico Eduard Batlle, investigador Icrea en el Institut de Recerca Biomèdica de Barcelona (IRB).

Este año se ha dado un paso más en esta dirección. En enero se conocían los nuevos avances realizados por el equipo de Joan Massagué, director del Instituto Sloan Kettering de Nueva York, que tras más de 20 años de investigación ha conseguido dar respuesta a preguntas clave en el desarrollo de la metástasis.

Imagen de una metástasis de cáncer de colon al hígado. En rojo, las células metastáticas y en amarillo las células hepáticas. (Institut de Recerca Biomèdica. Roger Gomis.)

Las células metastásicas se sirven de un mecanismo que permite regenerar los tejidos después de una rotura. En concreto es la molécula L1CAM, proteína que permite sellar heridas al fijar células entre sí, la utilizada por las células tumorales para adherirse a otros tejidos tras migrar de un tumor.

La investigación del equipo también indica que es la reprogramación celular la que permite que algunas de estas células se conviertan en células madre y que finalmente desemboquen en metástasis al reactivar genes apagados. Por tanto según Massagué, el mecanismo que da inicio a la metástasis hay que buscarlo en la reprogramación celular y no en las mutaciones.

Nuevos avances en la inmunoterapia

Los cánceres tienen diversos mecanismos para evadirse del sistema inmune y la inmunoterapia busca quitar esos frenos para permitir que este ataque al tumor. Se trata de fármacos que intentan activar las propias defensas del paciente, sobre todo los linfocitos T. El problema es que solo funcionan para el 25% de las personas.

Ahora se intenta conocer por qué ciertos cánceres son más dependientes de la respuesta inmune que otros. Por ello los esfuerzos están centrados en burlar tanto los frenos inespecíficos como los frenos más específicos de las células tumorales.

Este año se ha probado un fármaco experimental en ratones que permite a las células inmunitarias entrar en los tumores. La clave se encontró en una enzima, la PAK4 , que cuando está presente en el tumor evita que los linfocitos accedan a su interior.

Las barreras de los tumores ante la respuesta inmune son el principal obstáculo que limita la eficacia de la inmunoterapia. Al administrar un fármaco contra la PAK4 el bloqueo se revertía permitiendo que, gracias a la inmunoterapia las células inmunes destruyeran a las tumorales.

Ilustración de una célula cancerígena y linfocitos (man_at_mouse / Getty Images/iStockphoto)

Otra forma de burlar las defensas tumorales es emplear bacterias que logren señalar a los tumores para que el sistema inmune los ataque. Esta vez el camuflaje contra el que los científicos luchaban era la proteína CD47. Gracias a ella, las células cancerosas consiguen camuflarse y no ser reconocidas como anómalas.

Los investigadores lograron diseñar bacterias que se introdujeran en el tumor y crearan unos nanocuerpos que, al unirse a CD47, conseguían que el tumor dejara de ser invisible para el sistema inmune.

En cuanto a los frenos más específicos, todas las células del organismo expresan proteínas codificadas por los genes. Estas proteínas están alteradas en los tumores por las mutaciones propias del genoma tumoral pero el tumor ha aprendido a reprimir el sistema inmune para que no las reconozca.

Se ha desarrollado la tecnología para hacer vacunas personalizadas que despierten al sistema inmune contra tales antígenos extraños. “Conceptualmente existía hace 20 años pero no era posible, ahora es técnicamente posible”, dice Quintela. El fin es lograr que el cuerpo detecte a estas proteínas extrañas y erradique a las células que dan lugar a estas proteínas.

La importancia de la medicina personalizada

“La primera gran revolución en la cura contra el cáncer fue la quimioterapia. Luego llegó la inmunoterapia que, de forma global, afectó al tratamiento de entre el 10% y el 20% de los casos de cáncer”, dice Aitana Calvo, oncóloga médica del Hospital Universitario Gregorio Marañón de Madrid.

Tras ese gran avance a la hora de tratar a muchos pacientes con diferentes mutaciones de la misma manera, cada vez se trabaja más por conseguir terapias específicas a cada mutación y a cada persona.

Para Eva González, jefa del Grupo de Transformación y Metástasis del CNIO, la importancia recae en dar el tratamiento correcto y darlo en el momento adecuado ya que los tumores evolucionan.

Por ejemplo, en una de las investigaciones llevadas a cabo por ella y su equipo, analizaron los efectos de dos quimioterapias en el cáncer de mama: docetaxel y carboplatino. Trataron a los pacientes con docetaxel y los tumores desaparecían pero luego volvían a surgir y cada vez con mayor resistencia al fármaco. Sin embargo, ahora esas células eran sensibles al carboplatino. “Si hubiéramos tratado con carboplanito al inicio a lo mejor no hubiera funcionado. Pero ahora se han convertido en la población principal”, dice González.

El mensaje para la investigadora es que los tumores cambian con el tiempo en función de los diferentes tratamientos y es esencial hacer un seguimiento de esos cambios para adaptar las terapias. Por tanto, identificar biomarcadores sirve a los oncólogos como guía sobre qué tratamiento deben dar a cada paciente y en qué orden. Tal enfoque conlleva clasificar los grupos de pacientes en los ensayos clínicos y separar más por grupos de mutaciones que por la localización del cáncer.

Fuente: https://www.lavanguardia.com/

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